Era un lunes de 1971, yo era una niña de 11 años, me había mudado con mis padres a una casa antigua, muy cerca del “el bosque de las mil noches”, lo llamaban así porque una vez un joven fue a explorar el bosque y regresó mil noches después, pero él afirmaba haber pasado tan sólo una hora.
Mis viernes tienen un olor particular a astromelias frescas por su significado de libertad, sin embargo en aquel octubre el viernes tenía aroma a bosque, recuerdo mis pies inmóviles por el frío…
Por ese constante movimiento de la tierra, donde en cada giro y en su movimiento permite que la vida de los seres se mesclen dentro de este mundo, como si fuera tan pequeña…